Hoy he paseado de la ciudad de tu mano. Bajo luces de navidad que parecen menos brillantes que antaño, con el rumor de villancicos que vienen de alguna parte, de algunos lejanos altavoces. Y paseamos junto a escaparates iluminados frente a los cuales no pasa casi nadie.
Hoy he paseado de tu mano por una ciudad casi desierta, a pesar de ser el día de Navidad, y que parece que descubrimos al andar. Y como siempre nos sonreímos y nos besamos en cualquier rincón.
En nuestro paseo, solo nos cruzamos con familias y hombres o mujeres solitarias embozadas con sus mascarillas, con la mirada perdida y decaída. Van sueltos de la mano, como si recelaran los unos de los otros. Unos invisibles hilos parecen hacerles caminar por pura rutina, como marionetas que han perdido la capacidad de amar e ilusionarse, de sentir otra cosa que no sea miedo. Resignación. Obediencia.
Hoy he paseado de la ciudad de tu mano y siento el calor de tu mano como una ola de amor que me embriaga. Somos felices en nuestra particular resistencia y lucha romántica contra la desconfianza y frialdad que embarga el mundo. Aunque nos lancen miradas desafiantes, reprobatorias o confusas aquellos que van hacia ninguna parte, enmascarados y resignados.
Nosotros somos ejemplo de luz, amor y sonrisas que ojalá se contagien por las calles. Y el mundo vuelva a llenarse de personas que no temen volver a ilusionarse por la vida.
© Javier L. García Moreno 2021
